lunes, 25 de noviembre de 2013

4


IV.

(el día que los recuerdos supieron a vos)


Una de las cosas que más disfruto en la vida, además de mi chocolate Hershey's de postre los martes, es volar. A tanta altura, mis preocupaciones se hacen tan minúsculas como se ven las casas y edificios desde el avión, o directamente no existen, como cuando planeamos sobre nubes y solo son ellas y el cielo.

De hecho, soy fanática; estar arriba de un avión me hace feliz. Me siento plena, liviana... Libre.

La presión tapona mis oídos y me veo en necesidad de un chicle para eliminar la molestia (no todo son rosas cuando uno viaja). Miro a mi izquierda y observo como mi "vecino" se adueño de los dos apoya brazos a los costados. Suspiro.

Lucho contra mis auriculares (si, volvieron a enredarse por enésima vez) y los enchufo en mi iPod, deseosa de escuchar música. Específicamente, el cd  que me regalaste para el viaje.

Busco entre mis listas de reproducción esa que específicamente arme con los temas que elegiste, en el mismo orden, y presiono cuando llego a "PyP". Me doy vergüenza ajena, porque ¿desde cuando soy tan espantosamente cursi? Me sorprende mi repentino potencial para el romanticismo.

Conozco las canciones de memoria: es más, muchas pueden ser consideradas mis favoritas. A diferencia de mis amigas, que gustan del rock nacional o el pop internacional, yo prefiero escuchar rock de los ochenta/noventa. Por eso, cuando miro los temas que integran el cd, me pregunto ¿Cómo no me di cuenta antes?

Me rio al imaginarte cantando los temas en la ducha cual Ricardo Montaner y el viejo al lado mío refunfuña mientras selecciona una película del montón para ver. Un pibe lindo ni en pedo.

Acomodo mi musculosa favorita de Motörhead y me hundo en la poca comodidad del asiento. Debería haberme traído la almohadita que mi mamá insistió en que traiga y que por llevarle la contraria (porque se merece que la pelee) ahora estoy extrañando.

La ternura no es una de mis características a destacar y el romanticismo menos. Mi ex se quejaba siempre de mi poca expresividad y alergia a lo cursi, entre otras cosas, pero siempre fui muy fiel a mi postura de que un gran acto de amor no tiene por qué caer en el cliché.

Siguiendo esta línea de pensamiento, debería estar corriendo (espantada) de vos entre el CD y tus confesiones. Es lo que haría normalmente, porque después de todos las idas y venidas con Marcos (ex) quede incapacitada para soportar el romanticismo/el amor; ni hablar de una relación seria.

Dadas las circunstancias, sería muy fácil hacerlo, ya que las distancias que manejamos entre nosotros contribuirían a que la corte(mos).

Pero no lo hago. No es ni remota la posibilidad de escaparme de esto. Y me asusta enormidades.

Me pongo el buzo (musculosita en avión con aire acondicionado no va más) y mientras volamos sobre Miami me sumerjo en "Heaven" (temón de Brian Adams no incluído en la lista, pero que lo agrego yo) y en los recuerdos de ayer.


(Flashback)

Esto de mirarnos sin contacto alguno no puede durar demasiado. No se me ocurre ningún tema seguro para sacar a colación sin correr riesgos de un histeriqueo entre líneas (o por encima de ellas) y cada vez me paranoiqueo menos con los nenes andando en bicicleta por las calles del country. Tengo que reconocer, ni a las chusmas de mis vecinas les interesa mi vida amorosa. O mi vida, directamente.

Trato de pensar en la imagen menos excitante que se me ocurra, como la idea de mis papás haciendo cualquier cosa, pero ni eso me hace olvidar las ganas que tengo de tocarte. Darte la mano, en principio.

Se supone que ya debería haber llegado, pero cuentos con unos minutos de sobra porque los invitados están entretenidos sin mí y mamá, especialmente, espero que lo este. La garita esta lejos, pero no tanto, aunque creo que con una lentitud promedio puedo tardar más de lo que estamos tardando en llegar.

Tarareas un tema mientras trato de concentrarme en… cualquier cosa y rozás tímidamente tu mano con la mía. Me estremezco.

Se supone que saber que Zaira esta a ¿metros? nuestro debería actuar como repelente entre nosotros pero no hace más que sumarle a la nada. Intento hacer una búsqueda furtiva de la culpa, pero no la encuentro y abandono al instante. Me siento mal por mi falta de remordimientos, pero peor me hace intentar alejarme de vos.

Estoy irreconocible.

La luz de los faroles (que recién están prendiéndose) choca en mi rostro y cierro los párpados instintivamente, protegiéndome de la luz y haciéndome caminar semi a ciegas por unos minutos. De pronto, siento tu mano entrelazarse con la mía, probablemente en una especie de auxilio para guiarme y no caer (lo cual es innecesario, ya que conozco el camino de memoria y tengo los ojos abiertos en este momento), y mis pulsaciones ascienden a mil.

- No no no, ¡qué hacés! - musito nerviosa, mientras quito mi mano y vos me mirás arrepentido, consciente de la gravedad de tu impulso. Rascás tu nuca y corrés la vista de mis ojos verdes, que sin que yo lo ordene ya se encuentran mirando a los costados para ver si hay alguien cerca. Casi es de noche y más que un auto de vez en cuando, nadie transita la calle.

- Perdón Pau, me desubiqué - me decís, apenado, y entre mis sentimientos encontrados decido que me voy mañana y voy a hacer lo que yo quiera. Y cuando te preparás para continuar te obligo a pararte.

- Ya fue - es lo único que llego a modular antes de tironear tu mano y conducirte hasta la entrada del costado de la casa (vacía) más próxima. Atravesamos 2 metros de pasto, cuando decido que el árbol de la entrada nos camufla lo suficiente.

Siento los ladrillos rasparme a través de la blusa, una vez que me apoyo contra la pared, pero la adrenalina hace que la molestia se haga mínima. Presiono las yemas de mis dedos contra tu nuca y rozás mis labios a la par de nuestras respiraciones entre cortadas.

Te abrís paso entre mis labios y nos hundimos en ese beso que deseamos desde que te bese la última vez (no pasaron 15 minutos, estamos jodidos) y vos te apoyas con la palma de tu mano en la pared, en busca de sostén (corporal, porque la situación se fue a la mierda hace bastante).

Finalizamos el beso al unísono y nos quedamos mirándonos, sin decir nada, unos 5 minutos. Mi pelo, al moverme de la pared, cae desordenado en mi rostro y vos corrés el mechón que obstaculiza mi vista. Te beso rápidamente la nariz (no sé de donde salió esto) y automáticamente esbozo una mueca, porque esto es impropio de mí. Vos reís.

- Voy a tener que hacerme un Skype - comentás mientras acaricias mi brazo lentamente. O sea que te interesa seguir en contacto (se que me dijiste que te gustaba de verdad, pero me cuesta creer que te siga interesando a miles de kilómetros de distancia con la "poca" relación que tenemos).

- Y sí, dicen que el MSN no va a existir más y se fusionan - comento, haciendo el comentario más nerd de la tarde y repitiendo lo que me contó mi hermano días atrás. Muevo la cabeza hacia un lateral, restando importancia a la charla.

- Ajam… no me interesa estar al día con la tecnología - decís mirando, sacando la mano de la pared. Parecés darte cuenta que la situación me pone un poco nerviosa -  Me interesa estar al día con vos. Si querés - aclarás rápidamente, haciendo énfasis en la última oración.

Carraspeo.

- Ah.

El monosílabo suena aún más patético fuera de mi boca. Vos me sonreís, despreocupado, ¿cómo se puede ser tan así?

 - ¿Vamos? - preguntás, sacando el encendedor y el atado de los bolsillos. Vuelvo a recostarme en la pared, frunciendo las cejas.

- ¿Por que tan apurado de repente? - inquiero con mi particular forma de darte a entender que me interesás – estoy dañada, que querés - y que ya me diste suficiente aire como para acercarte de nuevo. Vos te rascás la nuca, con una media sonrisa.

- No quiero que tengas tiempo para pensar - explicás y enarco una ceja. Prendés rápidamente un cigarrillo y te tomás tu tiempo para exhalar el humo - Así no te arrepentís.

- Así que querés que sea una hueca para manejarme como querés… - digo separándome de la pared y vos miras hacia los costados negando, con una sonrisa, por mis malos pensamientos. Me acerco a vos, llamando tu atención y golpeás el cigarrillo para quitar la ceniza sin mirarlo. Solo a mí - Después te paso mi Skype.

Ni bien finalizo la frase, te beso rápidamente en los labios, robándote una sonrisa. Y comienzo a caminar, en dirección a mi casa y a mi fiesta, donde llegar a 2 metros de distancia de Pedro Alfonso sería lo más normal (porque odio el humo) y lo menos interesante del evento.

(Fin flashback)


Me muerdo el labio y mi "amigo" sentado al lado rompe el clima totalmente con sus ronquidos. Quizás es para mejor… no puedo estar predispuesta así lo que resta del verano, sino, no voy a sobrevivir 3 meses lejos.

Sinceramente me preocupa que con tan pocos encuentros este así de enganchada; se suponía que no iba a dejar más que alguien tenga control sobre mí. Lucho contra mí misma para no pegarme, pero se que no es cuestión de hacerme reaccionar. Sea demasiado rápido o no, me pone mal irme porque no te voy a ver por tres meses y es un hecho.

Cierro los ojos y estiro mis piernas y cuando siento relajarme por primera vez en días pienso en Zaira. En cómo terminaron las cosas con Cecilia y  en la críptica frase de cabecera de mi mejor amiga.

"Con mi hermano no se jode".

Y suspiro, porque la jodida soy yo. Estoy jugando con fuego. 


Paulita a nada de quemarse. Mañana, otro! Buen lunes! 😊




4 comentarios:

  1. Wow!! Buenisimo! Que rebuscada es Pau jaja (creo que al principio somos todas asi!)
    Sos genial escribiendo, ya quiero el de mañana! Se van a quemarrrr??? Yo creo que si, vamos a ver como les va con la distancia!
    Besos...

    ResponderEliminar
  2. Buenísimo cap, no veo la hora que llegue el cap de mañana

    ResponderEliminar
  3. Placer volver a leerte Lu y de que no nos dejes sin final en esta linda historia :) Besos!!

    ResponderEliminar