martes, 19 de noviembre de 2013

1


I.

(el día que empezó todo).

Nunca me entusiasmaron demasiado los atardeceres pero este es especial. Tal vez porque estamos en Pilar (Campo Chico Country Club), a varios kilómetros de casa, sentados en la parte bajita de la pileta y porque las puestas de sol fuera de Capital son más lindas que las que pueden apreciarse desde la terraza de mi casa.

Milagrosamente, está comenzando a refrescar y sueño con poder dormir esta noche (se rompió el aire acondicionado de la quinta y el calor, no me deja conciliar el sueño). Salgo de mi idilio y acepto sin dudar el cigarrillo que me extendés vos (Pedro), hermano de mi mejor amiga, Zaira. No fumo (soy anti nicotina) pero como viene de tu parte y este verano tengo un no se qué con vos que no puedo decirte que no, lo deposito en mi boca, para encenderlo. Una idiota, de 21 años.

Los demás presentes (sí, hay más gente, pero las únicas que me estaban prestando verdadera atención eran Zaira y Florencia), me miran con interés. Claro, no tenés idea que no fumo.

- ¿Querés que te lo encienda? - me preguntás con una sonrisa y te extiendo el cigarrillo, inclinándome sobre mi misma para alcanzar tu mano.

- ¿Y desde cuando fumás vos? - inquiere Zaira, junto a Mati, uno de tus mejores amigos.

- Desde ahora. Me dieron ganas - simplifico y me mirás de reojo. Yo intento simular mi cara de vergüenza porque quede como una boluda total frente a los amigos del hermano de mi mejor amiga (que son 3 años más grandes) y hago mi mejor esfuerzo por fumar el cigarro (y mi cuerpo, pulmones y papilas gustativas, lo rechazan al instante) - Tenía ganas y ya se me fueron - digo riendo y le extiendo el pucho a Flor, que ama con todo su ser los Marlboro.

Vos, Pedro, te reís y bajo el sol tu cabello parece más claro que de costumbre. No se parecen en nada con Zaira; de chicos, solías decirle "y pensar que te encontramos en la ruta y eras tan fea, pero a mamá le diste lástima y acá estás" y ella revolvía toda la casa buscando la partida de nacimiento, entre lágrimas. Un forro.

17 años de amistad con mi castaña amiga (desde salita de 4, cuando volví enojadísima del jardín porque había una nena con mi misma mochila de Barbie, y era Zaira) y de pasar, días, noches, tardes y madrugadas con ella.

2013 primer verano que compartimos íntegramente con vos. Recién ahora dejaste de considerarnos pendejas, unificamos el grupo de amigos y hacemos estas reuniones juntos en la casa de Pilar que tienen sus papás (que ya ni se asoman cuando vamos nosotros, pobres).

- Flojita resultaste - me decís desde la colchoneta inflable en la que te acabas de acostar (pucho en mano, la pileta blanco potencial de cenizas).

- Callate Pepa - digo y nos (me) salpica bastante (y Zaira ahoga un grito, porque estuvo tratando de no mojar su pelo en toda la tarde).

Y sin que llegue a reaccionar, te doy vuelta la colchoneta, tirándote al agua y entre risas, se que ocasione lo imparable. Guerra de agua.

Son 7 varones contra 3 mujeres lo cual es una desventaja total e injusta. Zaira está comiendo agua, Florencia lucha al nivel de los chicos y yo soy experta escapista. Implícitamente parece haberse decretado que vos sos mi rival, aunque no quita que los demás me ataquen.

Estoy fuera de la pileta, viendo la batalla ¿naval? cuando un par de manos presionan mi cintura y accionan con tanta fuerza que me tiran al agua (no es muy difícil tirarme). Obviamente, mi agresor cae conmigo (si caigo, caen todos).

21 y 24 años. Gente grande.

A mis costados, la vista es nublada; no se ve más que gotas de agua en el aire y remuevo el agua que invade mis ojos verdes, sin obtener resultados productivos.

Y de repente, de la nada, de improvisto (estoy visiblemente sorprendida, por si no se nota) vos me atrapás entre tus brazos, supongo para hundirme (algo tonto, porque no estamos en la parte honda). Intento liberarme, pero tirás mis brazos hacia atrás y me besas. 15 segundos o quizás más, haces presión contra mi boca y yo no hago nada (ni para sacarte o continuar con el beso).

No puedo pensar, no puedo ver, no puedo respirar. Mi cuerpo deja de automatizar mis necesidades fisiológicas por la sorpresa, y aunque mi cerebro se da por enterado, no realiza ninguna acción para revertir la situación. Y cuando me soltás (o nos soltamos, ya ni se), te miro, atónita.

- ¿Y eso? - logro esbozar, mientras escurro mi pelo (sólo para hacer algo). Tus ojos marrones me inspeccionan, tratando de leer que se me cruza por la cabeza en este momento, lo cual va a ser extremadamente difícil. Ni siquiera pusieron primera mis pensamientos.

- Es que te voy a extrañar - decís con tranquilidad. Me limito a observarte (y no quiero mirar mis alrededores, por las dudas).

Claro, vos te referís a que pasado mañana me voy de Work and Travel a Estados Unidos (a un Hard Rock en Washington, más precisamente) y vuelvo en 3 meses ¿Pero a vos qué? ¿Desde cuándo?

Y aún me observás y no se me ocurre mejor idea que tirarte agua, para callarte, porque si seguís hablando no sé que voy a responder/hacer/pensar y bastante nerviosa estoy ya. Mientras me protejo, atacándote (y por suerte la guerra de agua está cesando) empiezo a perseguirme ¿Y si nos vieron? ¿Y si alguien nos vio, quién fue?

Continuo alterada lo que resta de la tarde (ya fuera de la pileta), recordando lo insoportable que fue convivir con Zaira cuando Cecilia fue novia tuya (que cabe destacar, fue exiliada del grupo). Trato de disimularlo y me está funcionando bien, todos parecen más interesados en hacer apuestas para el torneo de verano que en mí.

Vos, Pepe, por otro lado, actúas normalmente y en el mundo paralelo que formamos mi mente y yo empiezo a darme cuenta de detalles que nunca había percibido hasta ahora. Actitudes de hermanos (un hermano muy muy unido) que ya no parecen tan familiares. Yo, completamente acostumbrada a sentirme una hermana más, nunca malinterpreté ninguna situación.

Me pregunto si fue algo del momento. Alguna intriga, algún morbo. La fantasía con la amiga de la hermana, la clandestinidad.

Suspiro y decido dejarlo ir por un rato. Hablar con los demás me distrae y casi logre una independización 100% del asunto pasada la cena. Bien Pau.

- Me derrito - dice teatralmente Flor, ya en la habitación de Zai y mientras el ventilador de techo hace su mejor esfuerzo para refrescar el ambiente (con poco éxito)- Las quise mucho chicas.

Nos reímos (para no llorar).

- Yo en estas condiciones no duermo de nuevo - se queja Zaira y yo asiento al instante; necesito dormir, de verdad. Se hace un rodete improvisado en el momento, sin gomita o algo para sujetarlo y agita sus manos en dirección a su rostro - Me voy a la casa de alguien, no sé.

- ¿Y si dormimos en la pileta? Metemos las reposeras, no sé - propongo y mis amigas se aferran a mi idea como nuestra salvación. Pongo a cargar el teléfono mientras le gritan a los chicos para que bajen con nosotras (y para que metan las sillas en la pileta). Claro, esto puede hacerse porque los papás Zai y Pepe no están; digamos que Ana, su mamá, se indignaría demasiado de ver muebles dentro de la piscina (más al ser nuevas las reposeras, porque los chicos las rompieron saltando encima, en pedo).

- Vamos Pau - me dice Zai desde la puerta, estirándose mientras atraviesa el umbral. Florencia ya esta bajando las escaleras.

- Ya voy gordi, paso primero al baño - explico y ella asiente antes de desaparecer de mi vista. Acomodo el Blackberry en la mesa de luz y abandono la cama donde estaba sentada

Cruzo el pasillo y por inercia me volteo en tu habitación (que está abierta y aparentemente vacía). Por algún impulso que tomó dominio sobre mis habilidades motoras ya estoy adentro y recorriendo con mis dedos los muebles y cuadros que hay. Fotos tuyas de chiquito, con Zaira y hasta una donde aparezco yo, junto a ustedes (¡no puedo creer lo rubio que eras!). Camisetas de clubes que ni escuche nombrar y bandas de rock nacional de las que conozco solo un tema. Vos fan total.

Alguien chista, desde la ventana, y me sobresalto asustada. Vuelve a repetirlo y, con el ceño fruncido, me acerco a la misma, que está completamente abierta. Y ahí te veo, prácticamente acostado en las tejas grises, como si estuvieras en un sillón. Pucho en la mano, obvio.

- ¿Encontraste algo interesante? - me decís mientras me asomo por la ventana. Te miro confundida y exhalás el humo gris de tu boca, reo - Porque estabas revisando mis cosas…

- No, nada que ver Pedro - me defiendo, algo sonrojada. Ni siquiera se qué estaba haciendo ahí en primer lugar y tampoco entiendo mucho como se me ocurrió ponerme a ver tus cosas - Que mente retorcida tenés eh… ¿Muchas cosas que ocultar?

Das una pitada y me mirás.

- Solo preguntaba…

Exhalo, mirando la vista que me ofrece tu ventana (que es la entrada de tu casa) y me pregunto si debería bajar, antes que me digas algo que no quiero oír. Porque no quiero. O se supone que no debería querer porque muy dentro mío empiezo a sentir todo lo contrario.

- ¿Tenés tendencias suicidas o qué? - pregunto graciosa una vez que me llamas la atención al tararear un tema de Ciro (conocerlo es inevitable, si lo escuchas siempre) y me sonreís ampliamente - Dale anti, vamos abajo...

- Es una cuestión de supervivencia - explicás mientras estiras tu pierna izquierda y tu ojota, se cae por efecto de la gravedad al suelo (que está a un piso de distancia). Te miro con curiosidad - Está más fresco acá.

- Y está más peligroso... - señalo recorriendo con la vista la caída de tu ojota negra. Carcajeas y despeinas tu cabello, lleno de reflejos por el sol.

- No me vas a decir que no te animás a sentarte acá... - empezás y sé como es este jueguito de histérico (lo sos o sólo conmigo). Se como empieza, como puede terminar y la realidad es que a mí no me gusta perder ni a la bolita.

- Ni en pedo me siento ahí - digo enarcando una ceja y haciendo un paneo general al techito. No tengo vértigo, pero si respeto a las alturas y no quiero seguir el camino de la ojota. Vos negás con tu cabeza, creyéndote lo más pro del planeta por estar sentado entre las tejas (boludo) - Pedro...

- ¡No pasa nada pancha! - exclamás abriendo los brazos y me muerdo el labio, mientras te fulmino con la mirada. Revoleás los ojos y te acostás sobre la superficie. No sé como pero maniobras para sostenerte, para fumar y para reírte de mí (no es conmigo, claramente) - Que pecho frío eh... Tenías que ser de Racing Club.

Uh... Cómo te confundiste.

- ¿Perdón? Cuando les den vuelta un partido y sigan alentando vemos quién es más pecho frío que quién - digo rápidamente con suficiencia y te observo, fijamente. Vos te reís mientras rascás tu sien (tomá cancherito) - ¿Por qué en vez de joderme no me pedís que me siente con vos directamente?

No soy yo hablando; en realidad sí, pero no me reconozco. Porque te estoy hablando como si fueras cualquier flaco y en realidad sos ni más ni menos el hermano de mi mejor amiga, por ende intocable, impensable y todo lo que sigue. Y ya te toque una vez (o me tocaste).

- Porque si te dejo pensar mucho me vas a decir que no.

No son mis manos y piernas trepando por la ventana para salir al tejado. O sí, porque claramente no me interesa el tipo de parentesco que compartas con Zai (en este momento).

- ¿Qué? ¿No vas a venir a ayudarme? - me quejo entre risas por mi torpeza al salir al techo y en cuestión de segundos me tomás la mano, para llevarme hasta donde estabas sentado hace unos segundos.

Te sonrío antes de sentarme y no me soltás la mano. Mi cerebro intenta alertarme que la pileta está exactamente a la vuelta de donde estamos nosotros y que pueden vernos, pero ni siquiera me siento mal como para soltarte.

Me muerdo el labio, para exonerarme de mis pecados a cometer (o mostrar un poco de vergüenza propia) y miro hacia el frente. Hoy, aparentemente, no me importa nada.



 
 Hola, bienvenidos de vuelta a NJCF. Disfruten! 

PD: mi twitter es @riottinme - cualquier duda/pregunta/comentario pueden dejarmelo también por ahí.

Nos leemos!

1 comentario:

  1. Que lindo que volviste! Refresque la memoria ya! Cuando vas a subir?
    Me encanta el histeriqueo y vos lo describis muy bien!
    Espero el próximo.
    Beso

    @06_Laury

    ResponderEliminar