I.
(el día que empezó todo).
Nunca me entusiasmaron
demasiado los atardeceres pero este es especial. Tal vez porque estamos en
Pilar (Campo Chico Country Club), a varios kilómetros de casa, sentados en la
parte bajita de la pileta y porque las puestas de sol fuera de Capital son más
lindas que las que pueden apreciarse desde la terraza de mi casa.
Milagrosamente, está
comenzando a refrescar y sueño con poder dormir esta noche (se rompió el aire
acondicionado de la quinta y el calor, no me deja conciliar el sueño). Salgo de
mi idilio y acepto sin dudar el cigarrillo que me extendés vos (Pedro), hermano
de mi mejor amiga, Zaira. No fumo (soy anti nicotina) pero como viene de tu
parte y este verano tengo un no se qué con vos que no puedo decirte que no, lo
deposito en mi boca, para encenderlo. Una idiota, de 21 años.
Los demás presentes (sí, hay
más gente, pero las únicas que me estaban prestando verdadera atención eran
Zaira y Florencia), me miran con interés. Claro, no tenés idea que no fumo.
- ¿Querés que te lo encienda?
- me preguntás con una sonrisa y te extiendo el cigarrillo, inclinándome sobre
mi misma para alcanzar tu mano.
- ¿Y desde cuando fumás vos?
- inquiere Zaira, junto a Mati, uno de tus mejores amigos.
- Desde ahora. Me dieron
ganas - simplifico y me mirás de reojo. Yo intento simular mi cara de vergüenza
porque quede como una boluda total frente a los amigos del hermano de mi mejor
amiga (que son 3 años más grandes) y hago mi mejor esfuerzo por fumar el
cigarro (y mi cuerpo, pulmones y papilas gustativas, lo rechazan al instante) -
Tenía ganas y ya se me fueron - digo riendo y le extiendo el pucho a Flor, que
ama con todo su ser los Marlboro.
Vos, Pedro, te reís y bajo el
sol tu cabello parece más claro que de costumbre. No se parecen en nada con
Zaira; de chicos, solías decirle "y pensar que te encontramos en la ruta y
eras tan fea, pero a mamá le diste lástima y acá estás" y ella revolvía
toda la casa buscando la partida de nacimiento, entre lágrimas. Un forro.
17 años de amistad con mi
castaña amiga (desde salita de 4, cuando volví enojadísima del jardín porque
había una nena con mi misma mochila de Barbie, y era Zaira) y de pasar, días,
noches, tardes y madrugadas con ella.
2013 primer verano que
compartimos íntegramente con vos. Recién ahora dejaste de considerarnos
pendejas, unificamos el grupo de amigos y hacemos estas reuniones juntos en la
casa de Pilar que tienen sus papás (que ya ni se asoman cuando vamos nosotros,
pobres).
- Flojita resultaste - me decís
desde la colchoneta inflable en la que te acabas de acostar (pucho en mano, la
pileta blanco potencial de cenizas).
- Callate Pepa - digo y nos
(me) salpica bastante (y Zaira ahoga un grito, porque estuvo tratando de no
mojar su pelo en toda la tarde).
Y sin que llegue a
reaccionar, te doy vuelta la colchoneta, tirándote al agua y entre risas, se
que ocasione lo imparable. Guerra de agua.
Son 7 varones contra 3
mujeres lo cual es una desventaja total e injusta. Zaira está comiendo agua,
Florencia lucha al nivel de los chicos y yo soy experta escapista.
Implícitamente parece haberse decretado que vos sos mi rival, aunque no quita
que los demás me ataquen.
Estoy fuera de la pileta,
viendo la batalla ¿naval? cuando un par de manos presionan mi cintura y
accionan con tanta fuerza que me tiran al agua (no es muy difícil tirarme).
Obviamente, mi agresor cae conmigo (si caigo, caen todos).
21 y 24 años. Gente grande.
A mis costados, la vista es
nublada; no se ve más que gotas de agua en el aire y remuevo el agua que invade
mis ojos verdes, sin obtener resultados productivos.
Y de repente, de la nada, de
improvisto (estoy visiblemente sorprendida, por si no se nota) vos me atrapás
entre tus brazos, supongo para hundirme (algo tonto, porque no estamos en la
parte honda). Intento liberarme, pero tirás mis brazos hacia atrás y me besas.
15 segundos o quizás más, haces presión contra mi boca y yo no hago nada (ni
para sacarte o continuar con el beso).
No puedo pensar, no puedo
ver, no puedo respirar. Mi cuerpo deja de automatizar mis necesidades
fisiológicas por la sorpresa, y aunque mi cerebro se da por enterado, no
realiza ninguna acción para revertir la situación. Y cuando me soltás (o nos
soltamos, ya ni se), te miro, atónita.
- ¿Y eso? - logro esbozar,
mientras escurro mi pelo (sólo para hacer algo). Tus ojos marrones me
inspeccionan, tratando de leer que se me cruza por la cabeza en este momento,
lo cual va a ser extremadamente difícil. Ni siquiera pusieron primera mis
pensamientos.
- Es que te voy a extrañar -
decís con tranquilidad. Me limito a observarte (y no quiero mirar mis
alrededores, por las dudas).
Claro, vos te referís a que pasado
mañana me voy de Work and Travel a Estados Unidos (a un Hard Rock en
Washington, más precisamente) y vuelvo en 3 meses ¿Pero a vos qué? ¿Desde
cuándo?
Y aún me observás y no se me
ocurre mejor idea que tirarte agua, para callarte, porque si seguís hablando no
sé que voy a responder/hacer/pensar y bastante nerviosa estoy ya. Mientras me
protejo, atacándote (y por suerte la guerra de agua está cesando) empiezo a
perseguirme ¿Y si nos vieron? ¿Y si alguien nos vio, quién fue?
Continuo alterada lo que
resta de la tarde (ya fuera de la pileta), recordando lo insoportable que fue
convivir con Zaira cuando Cecilia fue novia tuya (que cabe destacar, fue
exiliada del grupo). Trato de disimularlo y me está funcionando bien, todos
parecen más interesados en hacer apuestas para el torneo de verano que en mí.
Vos, Pepe, por otro lado,
actúas normalmente y en el mundo paralelo que formamos mi mente y yo empiezo a
darme cuenta de detalles que nunca había percibido hasta ahora. Actitudes de
hermanos (un hermano muy muy unido) que ya no parecen tan familiares. Yo, completamente
acostumbrada a sentirme una hermana más, nunca malinterpreté ninguna situación.
Me pregunto si fue algo del
momento. Alguna intriga, algún morbo. La fantasía con la amiga de la hermana,
la clandestinidad.
Suspiro y decido dejarlo ir
por un rato. Hablar con los demás me distrae y casi logre una independización
100% del asunto pasada la cena. Bien Pau.
- Me derrito - dice
teatralmente Flor, ya en la habitación de Zai y mientras el ventilador de techo
hace su mejor esfuerzo para refrescar el ambiente (con poco éxito)- Las quise
mucho chicas.
Nos reímos (para no llorar).
- Yo en estas condiciones no
duermo de nuevo - se queja Zaira y yo asiento al instante; necesito dormir, de
verdad. Se hace un rodete improvisado en el momento, sin gomita o algo para
sujetarlo y agita sus manos en dirección a su rostro - Me voy a la casa de
alguien, no sé.
- ¿Y si dormimos en la
pileta? Metemos las reposeras, no sé - propongo y mis amigas se aferran a mi
idea como nuestra salvación. Pongo a cargar el teléfono mientras le gritan a
los chicos para que bajen con nosotras (y para que metan las sillas en la
pileta). Claro, esto puede hacerse porque los papás Zai y Pepe no están;
digamos que Ana, su mamá, se indignaría demasiado de ver muebles dentro de la
piscina (más al ser nuevas las reposeras, porque los chicos las rompieron
saltando encima, en pedo).
- Vamos Pau - me dice Zai
desde la puerta, estirándose mientras atraviesa el umbral. Florencia ya esta
bajando las escaleras.
- Ya voy gordi, paso primero
al baño - explico y ella asiente antes de desaparecer de mi vista. Acomodo el
Blackberry en la mesa de luz y abandono la cama donde estaba sentada
Cruzo el pasillo y por
inercia me volteo en tu habitación (que está abierta y aparentemente vacía).
Por algún impulso que tomó dominio sobre mis habilidades motoras ya estoy
adentro y recorriendo con mis dedos los muebles y cuadros que hay. Fotos tuyas
de chiquito, con Zaira y hasta una donde aparezco yo, junto a ustedes (¡no
puedo creer lo rubio que eras!). Camisetas de clubes que ni escuche nombrar y
bandas de rock nacional de las que conozco solo un tema. Vos fan total.
Alguien chista, desde la
ventana, y me sobresalto asustada. Vuelve a repetirlo y, con el ceño fruncido,
me acerco a la misma, que está completamente abierta. Y ahí te veo,
prácticamente acostado en las tejas grises, como si estuvieras en un sillón.
Pucho en la mano, obvio.
- ¿Encontraste algo
interesante? - me decís mientras me asomo por la ventana. Te miro confundida y
exhalás el humo gris de tu boca, reo - Porque estabas revisando mis cosas…
- No, nada que ver Pedro - me
defiendo, algo sonrojada. Ni siquiera se qué estaba haciendo ahí en primer
lugar y tampoco entiendo mucho como se me ocurrió ponerme a ver tus cosas - Que
mente retorcida tenés eh… ¿Muchas cosas que ocultar?
Das una pitada y me mirás.
- Solo preguntaba…
Exhalo, mirando la vista que
me ofrece tu ventana (que es la entrada de tu casa) y me pregunto si debería
bajar, antes que me digas algo que no quiero oír. Porque no quiero. O se supone
que no debería querer porque muy dentro mío empiezo a sentir todo lo contrario.
- ¿Tenés tendencias suicidas
o qué? - pregunto graciosa una vez que me llamas la atención al tararear un
tema de Ciro (conocerlo es inevitable, si lo escuchas siempre) y me sonreís
ampliamente - Dale anti, vamos abajo...
- Es una cuestión de
supervivencia - explicás mientras estiras tu pierna izquierda y tu ojota, se
cae por efecto de la gravedad al suelo (que está a un piso de distancia). Te
miro con curiosidad - Está más fresco acá.
- Y está más peligroso... -
señalo recorriendo con la vista la caída de tu ojota negra. Carcajeas y
despeinas tu cabello, lleno de reflejos por el sol.
- No me vas a decir que no te
animás a sentarte acá... - empezás y sé como es este jueguito de histérico (lo
sos o sólo conmigo). Se como empieza, como puede terminar y la realidad es que
a mí no me gusta perder ni a la bolita.
- Ni en pedo me siento ahí -
digo enarcando una ceja y haciendo un paneo general al techito. No tengo
vértigo, pero si respeto a las alturas y no quiero seguir el camino de la
ojota. Vos negás con tu cabeza, creyéndote lo más pro del planeta por estar
sentado entre las tejas (boludo) - Pedro...
- ¡No pasa nada pancha! -
exclamás abriendo los brazos y me muerdo el labio, mientras te fulmino con la
mirada. Revoleás los ojos y te acostás sobre la superficie. No sé como pero
maniobras para sostenerte, para fumar y para reírte de mí (no es conmigo,
claramente) - Que pecho frío eh... Tenías que ser de Racing Club.
Uh... Cómo te confundiste.
- ¿Perdón? Cuando les den
vuelta un partido y sigan alentando vemos quién es más pecho frío que quién -
digo rápidamente con suficiencia y te observo, fijamente. Vos te reís mientras
rascás tu sien (tomá cancherito) - ¿Por qué en vez de joderme no me pedís que
me siente con vos directamente?
No soy yo hablando; en
realidad sí, pero no me reconozco. Porque te estoy hablando como si fueras
cualquier flaco y en realidad sos ni más ni menos el hermano de mi mejor amiga,
por ende intocable, impensable y todo lo que sigue. Y ya te toque una vez (o me
tocaste).
- Porque si te dejo pensar
mucho me vas a decir que no.
No son mis manos y piernas
trepando por la ventana para salir al tejado. O sí, porque claramente no me
interesa el tipo de parentesco que compartas con Zai (en este momento).
- ¿Qué? ¿No vas a venir a
ayudarme? - me quejo entre risas por mi torpeza al salir al techo y en cuestión
de segundos me tomás la mano, para llevarme hasta donde estabas sentado hace
unos segundos.
Te sonrío antes de sentarme y
no me soltás la mano. Mi cerebro intenta alertarme que la pileta está
exactamente a la vuelta de donde estamos nosotros y que pueden vernos, pero ni
siquiera me siento mal como para soltarte.
Me muerdo el labio, para
exonerarme de mis pecados a cometer (o mostrar un poco de vergüenza propia) y
miro hacia el frente. Hoy, aparentemente, no me importa nada.
Hola, bienvenidos de vuelta a NJCF. Disfruten!
PD: mi twitter es @riottinme - cualquier duda/pregunta/comentario pueden dejarmelo también por ahí.
Nos leemos!
Que lindo que volviste! Refresque la memoria ya! Cuando vas a subir?
ResponderEliminarMe encanta el histeriqueo y vos lo describis muy bien!
Espero el próximo.
Beso
@06_Laury