viernes, 29 de noviembre de 2013

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V.

(el día que los meses se volvieron años)


Hay 5 cosas que aprendí en estos 3 meses (y días): que siempre se puede engordar un poco más, que intentar llevar una dieta es imposible si todos los días te regalan cupcakes en tu lugar de trabajo, a pensar en inglés, a vivir en inglés y las múltiples maneras de sobrevivir al frío. Pero lo que nunca aprendí...

A no jugar con fuego.

"No meterse con el hermano de tu mejor amiga, especialmente cuando esta es extremadamente celosa de él y decreto que los hermanos de las integrantes del grupo son intocables" es una materia que tengo previa desde diciembre.

Una materia que se vuelve deuda constante cuando hablamos por Skype, por Whatsapp, por Facebook, me pasas algún tema para escuchar y viceversa (cosa que sucede continuamente).

Miro la nieve desde mi escritorio, en la caja, y tirito sólo de mirarla. Este invierno (verano en Argentina) acumule frío para todo el año en vez de volverme inmune a él como pensaba. Acaricio mis brazos sobre mi buzo, a pesar de que la calefacción este a mil (un reflejo a causa de tanta nieve).

Pasados unos segundos, retiro mi mirada del ventanal y me siento, con delicadeza, en la banqueta. Reviso el calendario en la computadora, asignada para mi, y corroboro que falta 1 semana para mi vuelta.

Hoy es mi último día de trabajo en Hard Rock, pero me voy a Nueva York los días restantes para comprar y recorrer (y bajar los kilos que subí, caminando). Nunca pensé que estar tanto tiempo fuera de casa fuera tan excitante como fue; aprender a vivir sola en un país extraño definitivamente cambio mi forma de pararme frente al mundo.

Consideré seriamente volverme mañana, a pesar de todo, pero por más ganas de verte que tenga perderme Nueva York no es una opción viable. Sería una completa idiota (y aunque parezca últimamente, no lo soy).

Vuelvo la vista hacia el vidrio, pensativa. Es increíble como aunque falta tan poco, siento como si faltara muchísimo. Sin dudas hay una extraña relación tiempo y espacio en este lugar (que ya voy a tener que dejar de decirle hogar).

El facebook suena (sí, ahora las redes sociales tienen notificaciones con sonido) con la llegada de un nuevo mensaje y me incorporo al instante, aturdida.

Dejo salir el aire decepcionada, al ver el emisor: Jacek, un amigovio – amigo con derechos – sexfriend que me hice durante mi estadía acá (porque 3 meses son mucho tiempo sola). Un mimo temporal que me visitaba de vez en cuando; lo conocí en una reunión del personal de acá (el labura como mozo y yo estoy en el sector de ventas) y pegamos buena onda. Tenemos muchas cosas en común… pero no termina de conmoverme.

Está bárbaro para despejarme porque dejo de lado las tres p: pensar (te), perseguir (me) y preocupar (me). Claro que cuando me deja en mi departamento todo lo que no te pensé en esas horas que estuve con Jacek, vuelve con el doble de intensidad.

Cierro el mensaje sin que me importe clavarle el visto y tamborileo mis dedos sobre el mouse. El yanqui puede esperar un rato a que lleguen las ganas de contestarle.

Recorro el inicio y rápidamente encuentro entretenimiento, los últimos chusmeríos están frente a mis ojos. Jacek vuelve a escribirme y resoplo, molesta (no se cansa).

Elaboro una rápida respuesta sin dar a lugar a mucha contestación, alegando que estoy ocupada con cosas del laburo. Ya demasiado demandante para ser uno de mis pobres intentos para olvidarme de vos. Bueno, la verdad es que yo tampoco colabore para la causa hablándote la mayoría de los días y pensando en vos y... siguiendo en este folklore que hizo que los meses se hicieran años.

No puedo engañarme… en definitiva Jacek fue una prueba (para ver que tan enganchada estaba en verdad). Porque, seamos realistas, engancharse en 2 días es ridículo. Pero pasaste la prueba y por ende… soy ridícula.

Mi ventana vuelve a sonar (y a saltar, porque el chat se abre automáticamente aunque uno no quiera) y vuelvo a exaltarme por un momento, pensando que sos vos.

No sé por qué a veces siento que querés respuestas a cosas que ni siquiera preguntaste (como, ¿qué onda nosotros dos?), que están implícitas y que no estoy lista para responder. Estos últimos meses de comunicación virtual fueron muy relajados y dedicados a pasarla bien más que a explorar e indagar en nuestros sentimientos. Sin embargo, la cercanía de mi vuelta puso un poco de tensión a las últimas charlas, más que nada por la ansiedad de volver a vernos.

Suspiro. A veces siento que la distancia solo colaboró para potenciar el idilio en el que me sumergiste y eso de "no poder estar juntos" es lo que mueve esta relación. Pero después hablamos y siento que con vos no tengo que esforzarme en nada; que me conocés a fondo y que te gusto tal cual soy.

Cuando veo que es Flor, saludándome desde la otra punta de América, respiro aliviada. Estoy a salvo por ahora.

Mi amiga me relata los últimos acontecimientos de la semana, con sumo sarcasmo. Me río con ruido numerosas veces de las idioteces de uno de mis ex, las anécdotas que me estuve perdiendo y de los comentarios sin filtro de Flor. Intento camuflar cada risa con una tos ahogada, lo que me hace reír aún más por lo patético que suena. Me compongo como puedo; no quiero llamar la atención.

Terminamos de ponernos al día cuando de repente, dejamos de hablar de nosotras, para cambiar a un tema de conversación más interesante. Y yo no lo saque, que conste en actas.

Florencia Uschi: "No sabés, el otro día me hablo Hernán para preguntarme por Pedro. WTF"

Pau Chaves: "eh?"

Florencia: Sí, dice que pp anda en algo raro. Que escucha música romántica y los viernes no quiere salir con los chicos porque tiene otros planes, que se juntan para los ensayos y nada más.

El corazón empieza a levantar el ritmo y sonrío como una tarada ¿me estás esperando?

Pau Chaves: Cuándo no fue raro Pedro? jajaja. Y por qué te pregunta a vos?

Flor: Y, como Juli es amiga mía, Nan quería que le cuente qué onda ellos dos.

Y el comentario me cae como un baldazo de agua fría. Yo sabía, era demasiado perfecto para ser verdad…

En general la gente tan irrealmente carente de imperfecciones esconde algún defecto mayor (comprobado por experiencia propia). Quizás es mejor así.

Pau: Y qué onda?

Flor: Ni idea, se que estaban hablando pero nada más. Qué suerte que Zai no es amiga de Ju jaja!

Pau: Zaira es capaz de bendecir a Julieta con tal de que Tato le de bola jaaaa. Igual, no me los imagino juntos con Peter...

Flor: Ay yo sí !!!! Re tensión sexual además.


Matenme YA.

Cuando estoy lista para redactar una oración coherente, la conversación termina de una manera muy abrupta, con Flor despidiéndose casi sin dejarme saludarla, porque tenía que ir a no sé donde. Claro que, sin saber, me dejó a mí con la mitad de la información y deseosa de conocer la historia entera.

Dejo caer mis brazos a los costados de mi cuerpo y siento como las ganas de llorar comienzan a invadirme. Me muerdo el labio como acto reflejo, buscando impedir las lágrimas, pero lo hago tan fuerte que el dolor no hace más que aflorarlas.

Soy una hipócrita, una egoísta y todos los calificativos despectivos que se me ocurran, ¡no puedo pretender que sólo estés conmigo y a la distancia, cuando yo también estuve con otro!

La diferencia es que Jacek no significo nada y probablemente no lo vea nunca más. Y Julieta vive en Buenos Aires, es amiga de los chicos y es linda. Y es de estatura normal y yo soy muy alta.

Cierro Facebook rápidamente y me limpio las lágrimas que derramé con unas carilinas que encuentro desparramadas por la mesada. Mi escritorio es un caos y mi jefe me va a colgar si ve este desastre.

Refunfuño y niego con la cabeza. Mis estados emocionales son extremistas: paso del llanto a la bronca en cuestión de segundos y con la misma intensidad.

Trato de reflexionar, pero me enojo más al recordar que yo también hice la mía, por ende tampoco puedo reclamarte nada. Y todavía no estoy tan loca como para hacerte un planteo en base a... bueno (acá es donde empiezan a caer mis posibles motivaciones).

Me acomodo en mi asiento mientras me convenzo que este auto cuestionario sin fin solo está haciendo estragos con mi cabeza y que nada útil va a salir dando vueltas sobre lo mismo. Decido dejar de pensar en vos, en Zaira y los demás, para focalizarme en Nueva York y en la semana de placer y diversión que aún me queda.

Porque si me pongo a hacer cuentas de la diferencia horaria, tu tiempo libre y lo que me contabas que hacías me pongo a llorar.

Abro mi casilla de mail del laburo, al menos para simular que trabajo, y comienzo a recorrer la bandeja de entrada. Sin embargo, mi mente está en otro lugar, muy lejos de los mails de los diferentes empleados de Hard Rock.

Exhalo, con pesadez. Florencia podría haber traído información más exacta.


**

Después de conocer tantos aeropuertos internacionales enormes, Ezeiza me parece un acogedor 3 ambientes; minúsculo a comparación de bestias como el aeropuerto de Nueva York (JFK). Pero aún así, me las rebusco para que mi lento caminar lo haga interminable.

Llevo mis dos valijas con pesadez (una de las dos, de mano, con las medidas límite para meter toda la ropa que no entro en la grande) y cuando pasan "Ciro y los Persas" en la radio sintonizada en el aeropuerto, sé que llegue a Buenos Aires y a vos.

Mi cabeza es víctima de una intermitente paranoia (que me ataca de a momentos aislados desde que embarque en el JFK) y creo que mi cabeza nunca trabajo tanto, incluso cuando tuve que aprender integrales para el colegio.

Lo último que estuve (y estoy) deliberando por horas, es si ir a buscarte o no a la facu (de sorpresa), porque hoy cursas. La idea es verte y tener una impresión de primera mano de qué pasa entre nosotros y con la mosquita muerta. Es una necesidad.

Y sí, es obvio que no me aguante ignorarte y jugar a una misteriosa hasta mi llegada. Seguimos hablando después de lo que me contó Flor (eso sí, menos, y por culpa mía) y tuve que pedirte por favor que la cortes con esa locura de venir a buscarme al aeropuerto cuando bien sabías que venía mi familia.

Esta todo bien con la adrenalina y todo eso pero ya es jugarla de boludos.

Recorro con lentitud el free shop y ni bien prendo el teléfono empiezan a caer mensajes de mamá, alterada porque estoy tardando mucho. Que alguien le baje la ansiedad a esa mujer ¡por dios!

Y cuando me cae un mensajito tuyo, preguntándome si llegue bien, el mal humor se evapora y me decido.

Espero que te gusten las sorpresas.


Este es el último que había subido antes... Y acá es donde empieza lo divertido (¿?), aproveche la "reedición" para mejorar/agregar cosas. Disfruten!

5 comentarios:

  1. Buenísimo, no veo la hora de leer el reencuentro

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  2. Este es el ultimo? No lo habia leido ni a este ni al anterior, no se xq... entonces este finde subi uno de yapa, no nos podes dejar asi!!! Necesito saber la reaccion de Pedro aunque intuyo que si la queria ir a buscar al aeropuerto, esta hasta las manos! Y Paula también!!
    Me EN-CAN-TA tu novela!
    Buen finde y besos...

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  3. Esta Pau esta más "mentalmente desorientada" que ya sabes quien... Jajajja! Me encanta la historia Lu!
    Ansiosa por leer los que siguen, los que son completamente nuevos.
    Besos!

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    1. jajajajajajaja, nadie la supera a K. Gracias Agos <3

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  4. me encantaron los cap. te felicito, con ganas de saber ke pasa ahora, le pido si me podes pasar la nove a mi twiter @norma jofre, esta novela es hermosa,me encanta leer, soy 1 abue joven, que todas las noches leo, es mi mayor relajacion, te felicito, esta barbara. beso grande y gracias

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