VI.
(el día que me volví experta en materia
de sorpresas)
No veo cómo esta idea de
sorprenderte pueda resultar bien. No soy fan de las sorpresas y más allá de las
incógnitas emocionales (que obstaculizan tomar decisiones con rapidez), los
dilemas existenciales de mi casa son lo suficiente pesimistas para contagiarme.
Entre otras novedades, a mi
hermano definitivamente lo expulsaron del colegio luego de varias apelaciones
(está a punto de empezar quinto año) y el nivel de stress por encontrar una
vacante tiene alterada a toda mi familia.
Gonzalo era un buen alumno,
pero ni eso lo salvo de la expulsión después de detonar una especie de bomba en
el patio del colegio con dos amigos a mediados de Septiembre del año pasado… en
joda, pero claramente desconociendo la posible magnitud de lo que hicieron. Unos
ignorantes idiotas a pedal y derivados.
Iba a un colegio laico, a
diferencia del mio, pero varios padres son judíos... E indirectamente se
sintieron agredidos, heridos y lo siguiente. El final, imaginable: reunión de
la directiva, unas quejas de varios padres y la expulsión ya decidida de
antemano. Sin embargo tuvieron la suficiente consideración de dejarlo terminar
el año y no echarlo en la mitad del cuatrimestre. Y también fueron lo
suficientemente considerados para sugerir el cambio de Delfina también
(aplíquese ironía).
Me muerdo el labio, mientras
esquivo baldosas rotas. Encontrar una excusa creíble y convincente para que mi
mamá me deje irme a dos horas de haber llegado fue tedioso y agotador. Llevarme
a mí misma hasta tu facultad, con la poca fuerza física y mental que me queda,
es aún incomprensible.
Bostezo al recordar cómo tuve
que tirar todas mis cosas (valija incluida) encima de la cama para no sucumbir
a su comodidad después de bañarme. Soy débil y mi colchón la mayor tentación
después de pasar horas en el incómodo asiento del avión (y de que los de al
lado me robaran la mantita que me correspondía).
Estoy en unas eternas 3
cuadras; interminables porque, cada vez que avanzo, me doy la vuelta para
volver.
No me considero una persona
insegura, pero esta última semana estuve irreconocible. Pensé que llegar acá y
enfrentarme al hecho de tener que verte me haría recobrar la seguridad que me
caracteriza.
Subo el volumen de mi iPod,
dejándome casi sorda con el rock más pesado que tengo, evitando pensar. Camino
por inercia, pero lo suficientemente rápido para llegar puntual a tu horario de
salida.
Diviso TEA en la cuadra
siguiente y vuelvo a morderme el labio, mientras me miro en el reflejo del
celular. Es lo mejor que pude hacer con las pocas horas de sueño y de jetlag
que llevo encima.
Me estoy acercando a la
esquina cuando te veo, radiante y muy serio (demasiado), salir de TEA con el
cuadernillo y birome en mano. No existen mochilas y bolsos para vos.
Decidida (y casi con el
corazón fuera del pecho) camino en dirección a vos, que seguís sin verme, y miro
hacia ambos lados antes de cruzar Junín. Reprimo mis ganas de reventarte de un
abrazo, aunque estoy a un par de metros, cuando Hernán aparece en mi campo
visual y disuelve cualquier esperanza de sorprenderte. Y para colmo, me chifla,
grita, me hace señales de humo (lo que quieras) desde tu lado.
- ¡Pau! -exclama y se acerca
a mí con una sonrisa (y recién ahí vos te das cuenta que estoy acá, colgado)-
¿Qué hacés acá boluda? ¿Cuándo llegaste?
- Hace horas - respondo
mientras lo abrazo brevemente. Vos te tildaste con la sonrisa, o estás muy
feliz de verme. De cualquier manera, no hacés más que ponerme nerviosa - Justo
pasaba por acá, vine a buscar unos papeles para mamá a una oficina, y los vi -
invento tratando de parecer casual y despreocupada. Vos me mirás con interés y
Hernán frunce el entrecejo. Por suerte, deja de darle importancia al segundo a
mi argumento poco creíble.
- ¿Qué tal el viaje,
increíble no? Vi un par de fotos - comenta Hernán y asiento. Vos no me sacás
los ojos de encima y se que lo hacés por venganza porque te salude con un gesto
(nada de contacto). Siempre al límite.
- Sí, soñado - respondo,
tratando de concentrarme y exhalo rápidamente - Difícil volver a la rutina... y
a Buenos Aires.
- ¿Y qué onda los yanquis? -
pregunta divertido. Sabía que iba a preguntarme eso y no hace otra cosa que
incomodarme más de lo que estoy. No porque no tenga confianza con Hernán (es
más, siempre fuimos amigos) sino porque que vos estés parado al lado es un
condicionante - ¿La rompiste no? – y me guiña un ojo.
Y basta solo ese comentario
para que se te vaya esa actitud canchera y pedante que estás teniendo. Te
rascás la nuca, desarmado y de repente, e irónicamente, me siento menos
expuesta.
- Y viste que el extranjero
es la novedad, eso claramente fue algo a mi favor - digo, misteriosa luego de
pensar una frase que concuerde con lo que yo hubiera hecho de no tenerte en mi
cabeza y dando una respuesta lo suficientemente vaga como para darte algo en lo
que pensar - Bueno chicos, me voy. Tenemos que juntarnos eh...
Fruncís el ceño unos segundos
y desviás la vista al grupo que esta charlando a nuestro lado. Atino a morderme
el labio pero me contengo a tiempo e improviso una sonrisa para Hernán.
- Dale, organizamos algo -
concuerda Nan y lo saludo con un beso en el cachete, luego de saludarlo. Vuelvo
a llamar tu atención, cuando te palmeo en el hombro, a modo de saludo, y tus
ojos marrones brillan, al sentirme - ¡Chau Pocha!
Me doy vuelta y desenredo los
auriculares con la mayor rapidez posible, para no caer en la tentación de darme
vuelta y mirarte. Demasiada suerte tuve de que Hernán me crea que vine a
hacerle ¿trámites a mamá? recién llegada ¡En qué cabeza!
Una vez en la esquina, doblo
a la izquierda y en la siguiente lo mismo, emprendiendo mi camino de regreso.
Recién ahora mi corazón esta recobrando su ritmo natural y vuelvo a ser yo.
Puteo al ver que la batería
del iPod paso a mejor vida y lo guardo en el morral con mal humor. Gracias al
abandono inoportuno de mi reproductor de música, ahora solo somos mi mente y
yo.
Revoleo los ojos, al recordar
la patética escena de recién (para mí y para vos, porque para Nan debe haber
sido de lo más extraña) y me consuelo con pensar que al menos te vi, y te
sembré la duda. Eso me hace sentir un poco mejor.
- ¡Pará! - atina a decir una
voz ahogada, a principio de cuadra, y cuando la reconozco como tuya, sonrío. Se
ve que esquivaste a tu amigo, quién sabe cómo, y te las arreglaste para
encontrarme. Después de correr un par de cuadras, claro.
- El fumar es perjudicial
para la salud - grito, sin mirar hacia atrás y escucho un sonido deforme; algo
así como una risa. Me contagio y continúo mi caminata por la calle Tucumán.
- Vos me estás matando -
respondés como podés y me muerdo el labio, porque sos así sin esforzarte -
¿Podés parar de caminar?
Me detengo metros antes de
llegar a la esquina y me doy vuelta para ver como te llevo varios de ventaja
(que parecen más de lo lento que caminás). Respirás agitado, como si hubieras
corrido una maratón (estás jodido en serio).
- Tuviste suerte de que no
tengo plata para el taxi, sino... - comento, graciosa y vos no respondés, solo
haces un gesto que no llego a interpretar. Enarco una ceja, mientras te observo
caminar de la manera más chueca que existe.
Espero que pares una vez que
estás lo suficientemente cerca pero no lo hacés; sino que directamente me
abrazas, sin escalas, de la manera más sentida que alguien alguna vez lo hizo.
Y no puedo dimensionar cuantos sentimientos hay en este abrazo.
- Te extrañe mucho - decís,
entre mi pelo, e intento responderte, pero solo logro articular un extraño
sonido, de lo abrumada que estoy.
- Yo también - te digo, una
vez que aclaro mi garganta y me separo, mirándote a los ojos. Bajas tu mirada a
mis labios y yo instintivamente acomodo mis manos sobre tus hombros. Solo por
si acaso.
Volvés a mandar mi pulso a
las nubes cuando siento tu respiración a una distancia mínima y te beso, para
terminar esa tortura. Nos envolvemos en ese frenesí por tiempo incalculable,
tratando de recompensar el perdido durante 3 meses. Y nada nos alcanza.
- Mucho, mucho. - murmurás
entre besos, haciendo referencia a cuánto me extrañaste. Callate.
Me acomodo contra la pared de
algún edificio de por ahí y tu cuadernillo empieza a clavarse en mi espalda. Y
el dolor me devuelve al mundo real.
- Pará que nos puede ver
alguien Pedro - pido, mirándote a los ojos intermitentemente. Necesito mantener
mi punto y estableciendo contacto visual con vos no lo voy a lograr.
- No te preocupes, Nan se fue
para otro lado - decís apoyando tu palma derecha sobre el mármol del edificio,
con el brazo extendido. Me clavás tus ojos marrones y de repente tengo un deja
vu.
- Bueno – digo (ni fácil era),
tratando de escaparme de tu mirada y vos redoblás la apuesta acercándote el
doble. Dios.
Encuentro un escape pasando
por abajo de tu brazo y doy una vuelta, rodeándote y aplicando técnicas de
evasión de hockey. En algún momento, hice deporte en equipo; hoy, trato de
hacerte entender que el skate no es un deporte extremo. Te escucho reír y
retomo mi caminata.
- ¿Cómo es eso de que la
extranjera garpa? - preguntás con una media sonrisa una vez que alcanzás mis
pasos. Paramos al llegar a la esquina.
- Eso es una cosa
mundialmente aceptada - respondo con tranquilidad y vos esbozás una sonrisa
entre dientes - ¿Juli garpa? - inquiero y comienzo a cruzar la calle. Vos me
imitás.
- ¿A qué viene esa pregunta?
- preguntás y entorno los ojos. Esa no era la respuesta que quería escuchar.
- A que si estás con ella es incógnita
nacional - comento, sin dejar de caminar. Volvés a reír y yo me arrepiento de
haber preguntado - No quiero que pienses mal, solo quiero que las cosas sigan
claras entre nosotros.
Te miro de reojo y vos
mantenés la vista al frente. Suspiro y me concentro en las vidrieras a mi
costado.
- ¿A vos también te
preguntaron? - preguntás, con una mueca. Era hora de que cortes tanto misterio
- Nunca garpo para una relación. Me cae bien, es buena onda pero no me interesa
de esa manera.
Sonrío inconscientemente y
vos carcajeas. Saber el lugar que ocupa la mosqui elimina mis dudas y mi
sentimiento de inferioridad frente a ella.
- Sí, tus amigos están
preocupados - respondo, en referencia a tu primer pregunta y vos negás con la
cabeza - Dales un poco de bola.
- ¿De verdad te preocupan
ellos? - decís, gracioso y me muerdo el labio inferior. Vos te tomás todo muy a
la ligera pero a mi me preocupa enormemente que sospechen, cualquier cosa. Más
si este poco interés en Julieta es público y yo sigo pasando vergüenza en los
lugares que frecuentas.
Te brindo una mirada de
desaprobación, aún mordiéndome el labio, cuando de reojo creo ver a Florencia.
Se me para dos segundos el corazón, pero recobra su ritmo cardíaco cuando la
miro por segunda vez y me doy cuenta que fue un flash mío.
- Más me preocupa que nos vea
alguien - comento, abriendo los ojos, entre irónica y preocupada. Exhalo y
mientras cobró un poco de seriedad (y serenidad) me paro en el medio de la
calle.
Vos, me observás con esos
ojos de perrito mojado y se que comprendiste que es mi manera de proponer que
nos despidamos (por el momento). Tenés un lapsus de unos segundos, colgado en
mi mirada y enarco una ceja.
- ¿Puedo acompañarte a tu
casa? - pedís, cuando volvés de esa laguna mental, y te miro atónita ¿No
entendiste lo que te dije no? - De última, te cruce en la avenida y me estabas
contando... De tu viaje... Porque somos muy amigos - agregás con una media
sonrisa y apoyo mi mano en mi frente, sonriendo. Te agachás un poco, buscando
mi mirada y dejo caer mi brazo; tu sonrisa le gana a cualquier negativa por
afano.
- Está bien... ¿Amigo? - y
hacés una mueca de dolor. Aguantatela ahora, ¡fue tu idea!
- Me gusto tu sorpresa -
decís mientras volvemos a caminar, al mismo tiempo. El tránsito de las 2 se
hace notar, y así también sus ruidos y la gente apurada caminando (odiándonos
por ir boludeando por la calle), pero nosotros no percibimos nada más allá de nuestro
mínimo radio de alcance. Me rio y te empujo suavemente, y vos me regalas tu
mejor sonrisa. Esa, que hace que la espera, haya valido la pena.
Ojalá el capítulo este a la altura por la larga espera de este encuentro. Yo quede muy satisfecha, la verdad, y eso es mucho decir para lo inconformista que soy jaja.
Pronto se viene el que sigue, besos!!
Lu.
pd. dedicadísimo a lau, mi gran amiga siempre.
subi mas
ResponderEliminarse lo dedicas a la que escribia con vos? o sea que no estan peleadas como dicen? van a seguir subiendo la otra novela?
Quién dice eso? Si, se lo dediqué a ella.
EliminarMuuuuuuuy lindo! Como cada capitulo ♥
ResponderEliminar