domingo, 1 de diciembre de 2013

6


VI.

(el día que me volví experta en materia de sorpresas)


No veo cómo esta idea de sorprenderte pueda resultar bien. No soy fan de las sorpresas y más allá de las incógnitas emocionales (que obstaculizan tomar decisiones con rapidez), los dilemas existenciales de mi casa son lo suficiente pesimistas para contagiarme.

Entre otras novedades, a mi hermano definitivamente lo expulsaron del colegio luego de varias apelaciones (está a punto de empezar quinto año) y el nivel de stress por encontrar una vacante tiene alterada a toda mi familia.

Gonzalo era un buen alumno, pero ni eso lo salvo de la expulsión después de detonar una especie de bomba en el patio del colegio con dos amigos a mediados de Septiembre del año pasado… en joda, pero claramente desconociendo la posible magnitud de lo que hicieron. Unos ignorantes idiotas a pedal y derivados.

Iba a un colegio laico, a diferencia del mio, pero varios padres son judíos... E indirectamente se sintieron agredidos, heridos y lo siguiente. El final, imaginable: reunión de la directiva, unas quejas de varios padres y la expulsión ya decidida de antemano. Sin embargo tuvieron la suficiente consideración de dejarlo terminar el año y no echarlo en la mitad del cuatrimestre. Y también fueron lo suficientemente considerados para sugerir el cambio de Delfina también (aplíquese ironía).

Me muerdo el labio, mientras esquivo baldosas rotas. Encontrar una excusa creíble y convincente para que mi mamá me deje irme a dos horas de haber llegado fue tedioso y agotador. Llevarme a mí misma hasta tu facultad, con la poca fuerza física y mental que me queda, es aún incomprensible.

Bostezo al recordar cómo tuve que tirar todas mis cosas (valija incluida) encima de la cama para no sucumbir a su comodidad después de bañarme. Soy débil y mi colchón la mayor tentación después de pasar horas en el incómodo asiento del avión (y de que los de al lado me robaran la mantita que me correspondía). 

Estoy en unas eternas 3 cuadras; interminables porque, cada vez que avanzo, me doy la vuelta para volver.

No me considero una persona insegura, pero esta última semana estuve irreconocible. Pensé que llegar acá y enfrentarme al hecho de tener que verte me haría recobrar la seguridad que me caracteriza.

Subo el volumen de mi iPod, dejándome casi sorda con el rock más pesado que tengo, evitando pensar. Camino por inercia, pero lo suficientemente rápido para llegar puntual a tu horario de salida.

Diviso TEA en la cuadra siguiente y vuelvo a morderme el labio, mientras me miro en el reflejo del celular. Es lo mejor que pude hacer con las pocas horas de sueño y de jetlag que llevo encima.

Me estoy acercando a la esquina cuando te veo, radiante y muy serio (demasiado), salir de TEA con el cuadernillo y birome en mano. No existen mochilas y bolsos para vos.

Decidida (y casi con el corazón fuera del pecho) camino en dirección a vos, que seguís sin verme, y miro hacia ambos lados antes de cruzar Junín. Reprimo mis ganas de reventarte de un abrazo, aunque estoy a un par de metros, cuando Hernán aparece en mi campo visual y disuelve cualquier esperanza de sorprenderte. Y para colmo, me chifla, grita, me hace señales de humo (lo que quieras) desde tu lado.

- ¡Pau! -exclama y se acerca a mí con una sonrisa (y recién ahí vos te das cuenta que estoy acá, colgado)- ¿Qué hacés acá boluda? ¿Cuándo llegaste?

- Hace horas - respondo mientras lo abrazo brevemente. Vos te tildaste con la sonrisa, o estás muy feliz de verme. De cualquier manera, no hacés más que ponerme nerviosa - Justo pasaba por acá, vine a buscar unos papeles para mamá a una oficina, y los vi - invento tratando de parecer casual y despreocupada. Vos me mirás con interés y Hernán frunce el entrecejo. Por suerte, deja de darle importancia al segundo a mi argumento poco creíble.

- ¿Qué tal el viaje, increíble no? Vi un par de fotos - comenta Hernán y asiento. Vos no me sacás los ojos de encima y se que lo hacés por venganza porque te salude con un gesto (nada de contacto). Siempre al límite.

- Sí, soñado - respondo, tratando de concentrarme y exhalo rápidamente - Difícil volver a la rutina... y a Buenos Aires.

- ¿Y qué onda los yanquis? - pregunta divertido. Sabía que iba a preguntarme eso y no hace otra cosa que incomodarme más de lo que estoy. No porque no tenga confianza con Hernán (es más, siempre fuimos amigos) sino porque que vos estés parado al lado es un condicionante - ¿La rompiste no? – y me guiña un ojo.

Y basta solo ese comentario para que se te vaya esa actitud canchera y pedante que estás teniendo. Te rascás la nuca, desarmado y de repente, e irónicamente, me siento menos expuesta.

- Y viste que el extranjero es la novedad, eso claramente fue algo a mi favor - digo, misteriosa luego de pensar una frase que concuerde con lo que yo hubiera hecho de no tenerte en mi cabeza y dando una respuesta lo suficientemente vaga como para darte algo en lo que pensar - Bueno chicos, me voy. Tenemos que juntarnos eh...

Fruncís el ceño unos segundos y desviás la vista al grupo que esta charlando a nuestro lado. Atino a morderme el labio pero me contengo a tiempo e improviso una sonrisa para Hernán.

- Dale, organizamos algo - concuerda Nan y lo saludo con un beso en el cachete, luego de saludarlo. Vuelvo a llamar tu atención, cuando te palmeo en el hombro, a modo de saludo, y tus ojos marrones brillan, al sentirme - ¡Chau Pocha!

Me doy vuelta y desenredo los auriculares con la mayor rapidez posible, para no caer en la tentación de darme vuelta y mirarte. Demasiada suerte tuve de que Hernán me crea que vine a hacerle ¿trámites a mamá? recién llegada ¡En qué cabeza!

Una vez en la esquina, doblo a la izquierda y en la siguiente lo mismo, emprendiendo mi camino de regreso. Recién ahora mi corazón esta recobrando su ritmo natural y vuelvo a ser yo.

Puteo al ver que la batería del iPod paso a mejor vida y lo guardo en el morral con mal humor. Gracias al abandono inoportuno de mi reproductor de música, ahora solo somos mi mente y yo.

Revoleo los ojos, al recordar la patética escena de recién (para mí y para vos, porque para Nan debe haber sido de lo más extraña) y me consuelo con pensar que al menos te vi, y te sembré la duda. Eso me hace sentir un poco mejor.

- ¡Pará! - atina a decir una voz ahogada, a principio de cuadra, y cuando la reconozco como tuya, sonrío. Se ve que esquivaste a tu amigo, quién sabe cómo, y te las arreglaste para encontrarme. Después de correr un par de cuadras, claro.

- El fumar es perjudicial para la salud - grito, sin mirar hacia atrás y escucho un sonido deforme; algo así como una risa. Me contagio y continúo mi caminata por la calle Tucumán.

- Vos me estás matando - respondés como podés y me muerdo el labio, porque sos así sin esforzarte - ¿Podés parar de caminar?

Me detengo metros antes de llegar a la esquina y me doy vuelta para ver como te llevo varios de ventaja (que parecen más de lo lento que caminás). Respirás agitado, como si hubieras corrido una maratón (estás jodido en serio).

- Tuviste suerte de que no tengo plata para el taxi, sino... - comento, graciosa y vos no respondés, solo haces un gesto que no llego a interpretar. Enarco una ceja, mientras te observo caminar de la manera más chueca que existe.

Espero que pares una vez que estás lo suficientemente cerca pero no lo hacés; sino que directamente me abrazas, sin escalas, de la manera más sentida que alguien alguna vez lo hizo. Y no puedo dimensionar cuantos sentimientos hay en este abrazo.

- Te extrañe mucho - decís, entre mi pelo, e intento responderte, pero solo logro articular un extraño sonido, de lo abrumada que estoy.

- Yo también - te digo, una vez que aclaro mi garganta y me separo, mirándote a los ojos. Bajas tu mirada a mis labios y yo instintivamente acomodo mis manos sobre tus hombros. Solo por si acaso.

Volvés a mandar mi pulso a las nubes cuando siento tu respiración a una distancia mínima y te beso, para terminar esa tortura. Nos envolvemos en ese frenesí por tiempo incalculable, tratando de recompensar el perdido durante 3 meses. Y nada nos alcanza.

- Mucho, mucho. - murmurás entre besos, haciendo referencia a cuánto me extrañaste. Callate.

Me acomodo contra la pared de algún edificio de por ahí y tu cuadernillo empieza a clavarse en mi espalda. Y el dolor me devuelve al mundo real.

- Pará que nos puede ver alguien Pedro - pido, mirándote a los ojos intermitentemente. Necesito mantener mi punto y estableciendo contacto visual con vos no lo voy a lograr.

- No te preocupes, Nan se fue para otro lado - decís apoyando tu palma derecha sobre el mármol del edificio, con el brazo extendido. Me clavás tus ojos marrones y de repente tengo un deja vu.

- Bueno – digo (ni fácil era), tratando de escaparme de tu mirada y vos redoblás la apuesta acercándote el doble. Dios.

Encuentro un escape pasando por abajo de tu brazo y doy una vuelta, rodeándote y aplicando técnicas de evasión de hockey. En algún momento, hice deporte en equipo; hoy, trato de hacerte entender que el skate no es un deporte extremo. Te escucho reír y retomo mi caminata.

- ¿Cómo es eso de que la extranjera garpa? - preguntás con una media sonrisa una vez que alcanzás mis pasos. Paramos al llegar a la esquina.

- Eso es una cosa mundialmente aceptada - respondo con tranquilidad y vos esbozás una sonrisa entre dientes - ¿Juli garpa? - inquiero y comienzo a cruzar la calle. Vos me imitás.

- ¿A qué viene esa pregunta? - preguntás y entorno los ojos. Esa no era la respuesta que quería escuchar.

- A que si estás con ella es incógnita nacional - comento, sin dejar de caminar. Volvés a reír y yo me arrepiento de haber preguntado - No quiero que pienses mal, solo quiero que las cosas sigan claras entre nosotros.

Te miro de reojo y vos mantenés la vista al frente. Suspiro y me concentro en las vidrieras a mi costado.

- ¿A vos también te preguntaron? - preguntás, con una mueca. Era hora de que cortes tanto misterio - Nunca garpo para una relación. Me cae bien, es buena onda pero no me interesa de esa manera.

Sonrío inconscientemente y vos carcajeas. Saber el lugar que ocupa la mosqui elimina mis dudas y mi sentimiento de inferioridad frente a ella.

- Sí, tus amigos están preocupados - respondo, en referencia a tu primer pregunta y vos negás con la cabeza - Dales un poco de bola.

- ¿De verdad te preocupan ellos? - decís, gracioso y me muerdo el labio inferior. Vos te tomás todo muy a la ligera pero a mi me preocupa enormemente que sospechen, cualquier cosa. Más si este poco interés en Julieta es público y yo sigo pasando vergüenza en los lugares que frecuentas.

Te brindo una mirada de desaprobación, aún mordiéndome el labio, cuando de reojo creo ver a Florencia. Se me para dos segundos el corazón, pero recobra su ritmo cardíaco cuando la miro por segunda vez y me doy cuenta que fue un flash mío.

- Más me preocupa que nos vea alguien - comento, abriendo los ojos, entre irónica y preocupada. Exhalo y mientras cobró un poco de seriedad (y serenidad) me paro en el medio de la calle.

Vos, me observás con esos ojos de perrito mojado y se que comprendiste que es mi manera de proponer que nos despidamos (por el momento). Tenés un lapsus de unos segundos, colgado en mi mirada y enarco una ceja.

- ¿Puedo acompañarte a tu casa? - pedís, cuando volvés de esa laguna mental, y te miro atónita ¿No entendiste lo que te dije no? - De última, te cruce en la avenida y me estabas contando... De tu viaje... Porque somos muy amigos - agregás con una media sonrisa y apoyo mi mano en mi frente, sonriendo. Te agachás un poco, buscando mi mirada y dejo caer mi brazo; tu sonrisa le gana a cualquier negativa por afano.

- Está bien... ¿Amigo? - y hacés una mueca de dolor. Aguantatela ahora, ¡fue tu idea!

- Me gusto tu sorpresa - decís mientras volvemos a caminar, al mismo tiempo. El tránsito de las 2 se hace notar, y así también sus ruidos y la gente apurada caminando (odiándonos por ir boludeando por la calle), pero nosotros no percibimos nada más allá de nuestro mínimo radio de alcance. Me rio y te empujo suavemente, y vos me regalas tu mejor sonrisa. Esa, que hace que la espera, haya valido la pena.

Ojalá el capítulo este a la altura por la larga espera de este encuentro. Yo quede muy satisfecha, la verdad, y eso es mucho decir para lo inconformista que soy jaja.

Pronto se viene el que sigue, besos!!

Lu.

pd. dedicadísimo a lau, mi gran amiga siempre.



3 comentarios:

  1. subi mas
    se lo dedicas a la que escribia con vos? o sea que no estan peleadas como dicen? van a seguir subiendo la otra novela?

    ResponderEliminar