martes, 10 de diciembre de 2013

11



XI.

(el día que nos encerramos en un círculo sin fin)

La brisa con cada ráfaga contra mi piel, se lleva uno a uno esos pensamientos que necesito borrar. Me impulso con el pie para ganar velocidad y vuelvo a pararme sobre el skate, para recorrer la rampa.

Cuento 10 skaters durante el recorrido (Fabricio incluido) y entrecierro mis ojos por la intensidad del sol. Una vez que llego al otro extremo, levanto la patineta, me alejo del borde y me dejo caer sobre el pasto recién cortado. Mis dedos se deslizan sobre las múltiples calcomanías que diseñe, pegadas en el reverso del skate, y levanto la vista en búsqueda de mi mejor amigo.

Es plena tarde en Costanera y el viento producto del río sirve para engañar la temperatura del ambiente. De otra manera me estaría asando.

Me encanta patinar; cuando estoy “sobre ruedas”, siento que nada me retiene: que soy libre, que nada me limita. Pero aunque los problemas se desvanecen por un rato, en el momento que vuelvo a pisar tierra firme otra vez pierdo la tranquilidad y vuelvo a sentirme abrumada.

¿Por qué todo tenía que complicarse tanto?

(Flashback)

Hace fácil media hora que estamos hablando y seguimos dando vuelta sobre lo mismo. Que cómo me voy a ir así, que cómo contaste lo que debería ser secreto. Empiezo a pensar que no nos estamos escuchando, que son dos monólogos en una misma conversación.

Vos no entendés cuál es el problema de que sepan, yo no entiendo cómo fuiste capaz.

De cualquier manera, es obvio que tengo razón yo; no puede compararse que me vaya sin dar explicaciones a que traiciones mi confianza.

-      No podés irte así Paula – decís, por enésima vez (y temo que volvamos nuevamente al inicio de la discusión). Revoleo los ojos mientras camino por mi cuarto, en un intento de calmarme.

-      ¿Qué pretendías que hiciera? – pregunto irritada mientras juego con uno de mis anillos, como de costumbre cuando estoy alterada – Se que capaz debería haberme quedado para hablar el tema en el momento, pero no pude. Te pedí perdón, listo, superalo de una vez.

Ambos nos quedamos en silencio y aprovecho para tomar una bocanada de aire. Me acerco a la puerta de mi cuarto para chequear que el pasillo sigue desierto y que mi mamá todavía está en la cocina. No sé cuánto falta para que levante el tono de voz y no quiero que escuche.

Me siento sobre el borde de la cama y cruzo mis piernas. Apenas te escucho respirar del otro lado, pero supongo que estás analizando lo que te dije. Por fin me escuchaste.

-      ¿Quién más lo sabe? – inquiero sin vueltas, aprovechando que estás desprevenido. Quiero creer que nadie más pero mi instinto me dice otra cosa... y casi nunca falla.

-      Nan… y Fechi – decís rápidamente y siento como el enojo escala a través de mi garganta. Casi puedo verte rascándote la sien con tu índice. Se te escapa algo parecido a un “eh” de la boca y carraspeás – No van a decir nada.

-      ¿Vos me estás jodiendo? – pregunto elevando mi tono de voz al tiempo que me paro de la cama porque definitivamente no puedo estar quieta. Tu tranquilidad para hablar me violenta – No solo le contaste a tu mamá, que dudo mucho que este de acuerdo con ocultarle a Zaira que estamos saliendo, sino que le contaste a tus amiguitos, que son más chismosos que no sé.

-      Baja un cambio Paula, no me grites – respondés alterado y dejo salir un bufido. No entendés nada – Mi vieja no va a hablar, ella entiende la situación y nos banca.

-      ¿Y eso tiene que dejarme más tranquila?

-      Ella sabe cómo es Zaira, le expliqué cómo fueron las cosas. No va a hablar – asegurás y dejo salir un suspiro. Quizás es cierto, siempre fuiste su debilidad - Y los chicos menos, te juro que no van a decir nada. Confiá en mí.

-      Ese es el problema Pedro, que te cagaste en lo que habíamos quedado y ni siquiera me preguntaste qué pensaba – explico, un poco más tranquila pero firme. Necesito que entiendas la gravedad de la situación… o por lo menos por qué no puedo hacer como si nada - No sé si puedo confiar.

-      No me digas eso, no es que planee contarles, surgió en el momento – decís, algo dolido - Me cuesta mentir.

-      A mí también eh y sin embargo… - y te escucho resoplar.

-      No sé qué querés que te diga Pau – decís, abatido y me indigna este papel de desentendido que estás jugando. Trato de ponerme en tu lugar, pero siento que ni te esforzás por ponerte en el mío.

-      Que me pidas perdón para empezar, pero al parecer sos demasiado orgulloso para reconocer que hiciste las cosas mal aunque te des cuenta – respondo enojada y humedezco mis labios. Hago una pausa y pienso dos veces antes de formular la siguiente frase - Pensalo y después hablamos, un beso.

Y corto. Y no me llamás de nuevo.

(Fin flashback)


-      ¿Tengo que asustarme por cómo me estás mirando? – pregunta Fabri con un dejo de gracia desde el borde de cemento. Esboza una media sonrisa, pero retoma la seriedad al instante. Miro hacia un costado y tamborileo sobre la tabla, ofuscada. Se suponía que venir al parque Costanera era plenamente con el propósito de despejarme.

-      Estás rarísima – dice después de unos minutos donde solo el sonido de las ruedas de otros skates llenaban el silencio entre nosotros - ¿Qué pasó Pau?

-      Ah – modulo únicamente. Que no me diga “tetitas” es sinónimo de gravedad. Sus ojos celestes traspasan los míos, haciéndome inmune a la verdad. Nunca pude mentirle cuando me mira así y a decir verdad, es la persona en quien más confío. De cualquier manera decido seleccionar parte de la verdad… lo que puedo contar – Me vi con Marcos.

-      ¿Posta? – pregunta sorprendido y desvía la vista hacia la rampa. Se viene una bomba - Pensé que no lo querías ver nunca más… - y hace énfasis en el nunca el muy forro. Como si hiciera falta recordarme mis propias aseveraciones.

-      Era la idea… pero me habló y no pude decirle que no – simplifico, restándole importancia. Fabricio se voltea hacia mí, achinando los ojos, como estudiándome. Pero no hay más nada para ver.

-      ¿Te lo cojiste?

-      No nene, qué decís – digo frunciendo el entrecejo, casi asqueada ante la idea, aunque no fuera tan descabellada dado el lazo que nos unía - Nos juntamos a tomar algo, no pasó nada. No sé ni por qué fui.

-      Porque siempre te pudo – y revoleo mis ojos verdes aunque es verdad. Su rubio ceniza se aclara ante los rayos del sol y carraspea antes de seguir hablando – “Porque es esa persona por la que dejas cualquier cosa de lado” – agrega citando lo que alguna vez dije y bajo la mirada al tiempo que levanto las cejas pensativa - ¿Qué quería?

-      Hablar supongo. La verdad es que a mí tampoco me gusto cómo terminaron las cosas… no quería que quede todo mal entre nosotros – explico y mi mejor amigo se muerde el labio, burlón. Sonrío internamente, porque sé que aunque me moleste, Fabri nunca me va a mentir. Siempre voy a saber lo que piensa.

-      Dale Pau…

-      En serio te digo. Esta de novio y todo… no sé, yo lo quiero y le deseo lo mejor – insisto. Se lo que parece, pero esta vez es distinto. Él ya no tiene ese efecto sobre mí y de verdad quiero terminar las cosas bien.

-      Sos una pelotuda – declara y siento como si me pegara una cachetada - Después de todo lo que lloraste por este forro.

Y no lo culpo por detestarlo, porque fueron meses de intentar remar una relación, creyendo que los tiempos eran los respiros necesarios para salvarla cuando en realidad no hacían más que confundirnos, causarme sufrimiento y terminar de arruinarla. Bah, el que tuvo la idea que el tiempo era positivo fue Marcos, porque yo quería seguir y definitivamente la incertidumbre de no saber qué hacer durante el mismo (y de querer estar con mi ex) fue la combinación más dolorosa.

-      Anda a cagar Fabricio – espeto, aunque tenga razón, y él suelta una risa. Me desespera que siga pensando que soy tan débil. Ya lo superé, solo intento ser madura - No es lo que vos pensás, no quiero volver con Marcos. Yo estoy en otra.

-      Ya sé… en otra con Pedro – comenta con ligereza y se forma un nudo en mi estómago. Me muevo incómoda sobre sí misma - ¿Eso es posta?

-      ¿Como sabés? – pregunto incrédula, porque el secreto ya empezó a filtrarse. Me pregunto cuál es la fecha de vencimiento de este “secreto”.

-      Los vi la otra vez, yéndose de la fiesta juntos… No estaba seguro, pero ahora vos me confirmaste bobita -  y bufo ofuscada por la cantidad de gente que ahora lo sabe  (y por cómo mi amigo me hizo pisar el palito)– Pero no pensé que iba en serio el asunto.

-      ¿Por qué todo el mundo piensa que estoy jodiendo con Pedro? – pregunto súbitamente molesta y la brisa desordena el flequillo de Fabri. Giro la ruedita de mi skate, irritada y algo bruta.

-      Porque te conozco. Y por Marcos…

-      Si lo decís porque lo vi ya te dije que

-      No tetitas, porque hasta hace poco seguías re enganchada – me explica, interrumpiéndome y oculto mis labios - Aunque no lo quieras admitir – y entorno los ojos - Y vos sabes lo que se siente cuando el otro no siente lo mismo que vos… eso, nada más.

-      Ya sé… nada más horrible que querer mucho a alguien y descubrir que al final el otro no siente lo mismo, e intentar cambiar eso – digo, gesticulando con las manos. Lo sé muy bien - Pero a Pedro yo lo quiero de verdad, estoy muy enganchada. En serio.

Fabricio se queda en silencio, sorprendido, y yo me enmudezco también, por la seguridad con la que salieron esas palabras de mi boca. Y pensar que internamente, todo era tan confuso…

-      ¿Entonces por qué haces estas giladas?

-      Ya te dije por qué… además porque quedamos con Pedro que iba a quedar entre nosotros por ahora y me entere que no hay persona que no le haya contado. Me enoje, que se yo.

-      Pendeja.

-      Boludo a pedal.

-      Tetitas – me dice desafiante y estallo en carcajadas.

-      Eso ya no cuenta como insulto – digo enarcando una ceja y mi mejor amigo se contagia de mi risa – No es que soy caprichosa y me enoje solo por eso, hay más cosas en contra de esta relación que a favor – reflexiono y mis dedos se entrelazan al pasto. Es la verdad.

-      ¿De Zaira hablás? No te preocupes por ella – me asegura y lo miro con interés, aunque desconfiando un poco de las razones que tenga para sustentar eso - Si no lo acepta va a demostrar que es más pelotuda de lo que parece.

-      ¡Fabricio! – reprendo rápidamente.

-      Perdón, ya sabés que no me la banco mucho… pero es cierto. No puede controlarle la vida al hermano – y tiene absoluta razón. Pero ella es así y yo como amiga debería habérselo respetado. Ato mi pelo rubio en una colita totalmente desprolija y me apoyo en el hombro de Fabri. Es impresionante lo bien que me hace hablar con él. Ya puedo sentir como el peso que aprisionaba mi pecho se aliviana y el nudo en la garganta desaparece. Saber que cuento con su apoyo me da la fuerza que necesito para confiar en mí, en lo que pienso y en lo que siento.

-      Gracias – suelto rápidamente y mi amigo rodea mis hombros con su brazo, sin decir nada porque sabe lo difícil que soy en el nivel afectivo – Hablar tanto me dio hambre – y cambio de tema, mientras expando la distancia entre mis comisuras y el rubio me devuelve una sonrisa una aún mayor.

-      ¿Metemos un taco box puticerda? Necesito unos nachos – sugiere, leyéndome la mente.

-      Me sorprendo día a día de lo gordo que podés llegar a ser – bromeo, aunque gordos somos dos, y él me empuja levemente, por mi atrevimiento - Dale, vamos – digo extendiéndole la mano (y Fabri es tan buen amigo que me levanta aunque sea un peso muerto), al tiempo que intento recordar dónde es que había dejado el auto. Tenemos para rato.

**


Rosebar es dueño y amo de todos mis sábados. Desde que voy, tantas comodidades lo hacen mi opción predilecta a la hora de salir. VIP, alcohol gratis y entrada sin límite de horario son algunos de los beneficios desde que hago los flyers y las gráficas del lugar (es un laburito que me ayuda a poner en práctica mi creatividad y a independizarme cada vez más de mis viejos). Está bastante lejos del trabajo en editorial (que es lo que quiero hacer cuando me reciba de diseñadora gráfica) pero es un respiro después de tantos encargos de invitaciones para cumpleaños de 15.

Aunque no soy fan de salir a bailar, estoy tan mal acostumbrada que es ley irme para allá cuando me aburro, este donde este.

Degusto mi caipirinha de maracuyá mientras acomodo la servilleta de papel (completamente empapada por la respiración del vaso) y Tiffy levanta los brazos al reconocer que está pasando el DJ.

Estefanía es mi mejor amiga de la facultad: hemos pasado noches de entrega sin dormir, hemos sido el apoyo psicológico una de la otra en y fuera del período de cursada, nos hemos emborrachado y hemos dormido en el piso de la facu una al lado de la otra. Dicen que la secundaria es donde haces los amigos que quedan para toda la vida, estoy totalmente en desacuerdo.

La castaña no tiene nada que ver conmigo: super femenina, no pasa el 1,65 y es de esa gente que entra y te ilumina la habitación. Pero directa, sin miedo a lo que piensen los demás y con un humor muy parecido al mío.

-  Pau, ya sabés como son los hombres, se toman todo muy a la ligera - reflexiona mientras hace círculos con la pajita, moviendo los hielos dentro del vaso. Salgo de mi ensimismamiento y la miro - Quizás te vendría bien pensar un poco como él. 

-  ¿Qué querés decir? 

- Que la verdad a mí tampoco me parece tan grave que cuente que están saliendo - suelta antes de tomar un sorbo y entorno los ojos - No entiendo a esas minas que son tan posesivas de los hermanos. Qué mejor que esté con un amiga en la que confiás antes que con una trola piojosa. 

- Aparte ¿qué mejor que yo, no? - digo en chiste señalándome y Tiffy se ríe - Es que Zaira no me va a hablar más cuando se entere, estoy segura. Y más si no soy yo la que se lo cuenta - la castaña esboza una mueca y dejo salir un suspiro - Yo no soy así con mi hermano, pero es cierto que todo cambiaría entre nosotras. 

- Sí... Yo tenía una amiga que vivía prácticamente en mi casa y cuando empezó a salir con mi hermano siguió viviendo, pero en su cuarto - relata mi amiga y me rio con tristeza - A la noche los escuchaba, hermosísimo.

- Me estás jodiendo, qué horror - digo asqueada y antes de tomar de mi trago, vuelvo a hablar- ¿y qué pasó?

- Cuando se pelearon, no le hable nunca más... y le desee mínimo un tiro en la concha, herpes vaginales y piercing en las tetillas.

- Qué alentador Tiff, en serio - digo levantando mis cejas y sin poder evitar reírme, aunque al proyectarme en la historia mi futuro sea tan poco prometedor como ese.

- Na, pero la mina era bastante cachibache, muy desubicada. Vos sos divina - aclara con una sonrisa resplandeciente, que me da un poco más de seguridad. Asiento levemente - Mala idea contar esa historia ¿no? Tiene moraleja igual, a la noche, mudita - agrega carcajeando mientras me señala.

- Pedro vive solo - respondo, mordiéndome el labio inferior - Pésima idea, pero muy ilustrativa.

- Sabés gordi, para mí que lo que tenés que pensar es sí Pedro vale la pena - afirma, con seriedad, y desvío mi vista unos centímetros. Tiene muchísima razón - Es eso.

Y no hace falta ni preguntármelo.

- Chicas, ¿qué les parece un jagger? - pregunta Martín, uno de nuestros amigos públicas, mientras nos abraza cariñosamente.

- Me parece que lo estamos necesitando - contesta Tiffy, enarcando ambas cejas y Tincho vuelve la vista hacia mí para inspeccionarme.

- Hey Pau, te quiero arriba eh - me pide, liberándome del abrazo, pero señalándome con su dedo índice antes de tomarme de la mano y llevarme hasta la barra. Pensándolo bien, me vendría bárbaro un Jagger como para replantearme varias cosas de esta noche.

Después de 5 temas y dos shots, bajo las escaleras, bastante derecho (cosa que me enorgullece mucho), para dirigirme al baño del VIP. No llego ni a entrar que veo el descontrol que es el baño, que salgo directamente de la zona preferencial para ir al baño normal del boliche.

- Uhhhhhhhh - empiezo a escuchar a mi izquierda - ¡La infame! - gritan y me volteo al sentir conocidas las voces. Y cuando lo hago me encuentro con Hernán, Federico, Matías y tus otros amigos. Vos me mirás fijo, mientras le das una pitada a tu cigarrillo.

- Me alegro de verlos también eh - digo, irónica, mientras esbozo una sonrisa muy falsa que ni me gasto en disimular.

- ¿Por qué viniste Paula? - me preguntás acercándote y frunzo el ceño.

- ¿Eh? - digo, sorprendida, y te agarro del brazo para trasladarnos más hacia el costado, así estamos más lejos de tus amigos que aparentemente me odian - Pasé de casualidad, el baño del vip esta imposible...

- Está bien.

- Al final no hablamos más - comento y vos levantás las cejas. Tu frialdad me sorprende; se que sos orgulloso, pero nunca me imaginé que cayeras en la indiferencia. Levanto los hombros y esbozo una mueca ante tu silencio.

- No.

- ¿Vas a seguir contestándome con monosílabos? - pregunto y vos sacudís levemente el cigarrillo para deshacerte de la ceniza.

- ¡Pedro, dejala que está de novia! ¡Está de novia! - grita Fechi, seguido por los demás. Infantiles a más no poder... Nada que me sorprenda, de cualquier manera; con 23 encima siguen sacando fotos a los chapes de sus amigos, molestando mientras se chamullan a una mina y más. Pero se supone que había buena onda conmigo.

- Ah, pero tus amigos se pasan 20 cuadras eh - te digo, irritada- ¿Qué les pasa?

- No están diciendo nada que no sea verdad - me decís, fulminándome con la mirada y me doy cuenta que hay algo que me estoy perdiendo.

- ¿Qué se supone que es verdad?

- Que volviste con tu ex - contestás amargamente y doy un paso hacia atrás.

- ¿De dónde sacaste eso? - pregunto, desconcertada. Tus amigos silban y hacen gestos metros atrás.

- Zaira me contó que te juntaste con él... Estaba muy preocupada - explicás y me quiero pegar un tiro. Ya debería saber qué pasa cuando uno juega con fuego. Igual, más allá de lo que te haya contado Zaira, armaste una película igual que todos tus amiguitos.

- Sí, es cierto, teníamos cosas por hablar, pero las hablamos y quedo ahí - explico con seguridad, mirándote a los ojos - ¿Sinceramente pensás que si hubiera vuelto con Marcos no te hubieras enterado por mí?

- No sé, tampoco me contaste que lo viste así que...

- Porque no había nada para contar y no estábamos hablando Pedro... - respondo, escondiendo mis labios. El perdón se queda a medio camino, interrumpido por los papelones de tus amigos.

- ¡Pepe Pepe, dejala no te merece! - dice (mas bien grita) Federico mientras se acerca con un fernet en la mano izquierda.

- ¿Querés aportar algo más o nos vas a dejar hablar? - pregunto, sumamente sarcástica. Él ignora mi comentario.

- Pepe es una chamullera, esta de novia, no la escuches - vuelve a decir y estoy a dos comentarios de pegarle una trompada ¡Que se calle por dios!

-      Fechi pará - decís vos, al fin poniéndole un stop a la verborragia incoherente de este pibe. Me da miedo pensar que vos quizás también lo pensás y eso me duele.

Carraspeo fuertemente, buscando llamar la atención; ya estoy perdiendo la paciencia y mis esfínteres no dan más. Quiero ir al baño hace más de media hora y que me estén jodiendo contribuye a mi intolerancia.

- Che, ¿no te parece que tenés que ir aflojando con el alcohol? Bastante patética la escenita que estás haciendo - comento mientras me ayudo gesticulando con las manos. Vos exhalás, a mi lado.

- ¡Infame! - me gritan tus amigos a unos metros (se coparon con la palabra), Fechi también, pero en frente mío - Es linda, pero es traicionera - agrega Federico arrastrando las palabras.

- Ah bueno - digo con sorna y te veo negando con la cabeza. La situación es inédita.

- Vamos, vamos - decís, mientras guías a Fechi hasta tus amigos, y me mirás por unos diez segundos. Me quedo parada como una idiota, viendo cómo te vas lejos de mi hasta que reacciono y me doy vuelta, deseosa de contribuir a que la distancia sea la mayor posible.

Sigo sin poder creer la situación. Porque yo sabía que tus amigos eran boludos, pero nunca pensé que tanto. Y al ingresar finalmente al baño, pienso que todo es consecuencia y efecto de mis acciones; que estamos en un círculo sin fin.

Quizás, el karma ya me alcanzó, deseoso de cobrar. Trago recordando lo recientemente sucedido y no tengo dudas que hoy es día de pago y la verdad… tengo mucho por pagar.


Pensaba que el anterior era largo. Este es peor jajaj! 

Capaz ahora la entienden más a Pau, o no, pero por lo menos se explaya su punto de vista. Espero les guste, malditos malentendidos que los separan. 

Besos, Lu!

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